Nadie nos ha enseñado a ser creativos, pero se puede aprender a serlo si nos tomamos la creatividad en serio. Nos cuesta ser creativos porque nos resistimos a los cambios. Y nos resistimos por miedo al fracaso o porque el entorno limita nuestra capacidad de iniciativa. Deberíamos recordar que las personas inteligentes se equivocan, pero procuran sacar partido de sus errores. Como defendía Winston Churchill, «el éxito es ir de fracaso en fracaso sin perder el optimismo».
Para ser creativos hacen falta tres cosas: actitud para buscar, enfoque para saber qué buscar y operaciones para saber cómo buscar.
- Para buscar se requiere curiosidad y determinación. Sin una actitud proactiva, atenderemos solo a los problemas que vayan surgiendo y dejaremos escapar muchas oportunidades de crear valor.
- Para saber qué buscar se debe ser sistemático. De acuerdo con el psicólogo Edward de Bono, reconocido experto en temas de creatividad, «el pensamiento creativo no consiste en esperar la inspiración». Como aseguraba Linus Pauling, Premio Nobel de Química, «la mejor forma de tener una buena idea es tener muchas ideas». Primero hay que acumular para tener donde escoger. Los errores surgen de la falta de perspectivas. Para ser creativo es necesario ver las cosas desde un punto de vista diferente. Solo una perspectiva diferente nos puede brindar una nueva solución. Por otra parte, cuando no se es sistemático, ni se tiene una visión de conjunto ni se repara en todos los detalles.
- Para saber cómo buscar, las claves son tres:
- Primera, no perder de vista las dimensiones económica, organizativa y psicológica de la utilidad: cómo ganar tiempo, consumir menos recursos, evitar conflictos y disfrutar más.
- Segunda, simplificar: afianzarnos en las ideas sencillas es lo mejor que podemos hacer para no perder el instinto creativo. Lo sencillo ayuda; lo complejo atrapa.
- Tercera, probar con todos los motores de la creatividad, que son nueve: observar (mirar de cerca, mirar de lejos), analizar (buscar semejanzas, buscar diferencias, ver si el problema aparente es el real), conectar (combinar, mezclar), transformar (cambiar el contenido, la forma o la secuencia), cuestionar (preguntarse por qué sí, preguntarse por qué no y qué pasaría sí…), trasplantar (buscar lo que mejor funciona en un contexto y probar a aplicarlo en otro), imaginar (cómo sería si pudiera…), eliminar (probar a quitar algo) y recuperar (probar con una vieja idea… «old is gold»).
La memoria y la crítica son fundamentales en el proceso creativo: la revisión es fundamental para la visión. Respecto a la memoria, cuanta mayor variedad de conocimientos y vivencias tengamos, más posibilidades habrá de encontrar nuevas conexiones. Cuanto más creativo, más capaz eres de relacionar unas pocas cosas con un mayor número de cosas. Por eso, cuanto más creativo seas, más práctica te resultará una buena teoría. Así es como se forma la intuición creativa. En cuanto a la crítica, es fundamental para poner a prueba el valor de las ideas. Quien lo tiene todo claro no puede ser muy creativo, porque las nuevas ideas surgen a partir de la duda. Quien cree conocer las respuestas no se hará nuevas preguntas. Se necesitan autoconfianza para avanzar y autocrítica para ver cuánto se ha recorrido.
En última instancia, ser creativo es ser capaz de pensar mejor. Y ello requiere acción y reflexión. Si no has visto mucho, es que no has observado lo suficiente. Hace falta mucha práctica para lograr algo que merezca la pena. Como sostiene Toni Nadal, tío y exentrenador del gran tenista Rafael Nadal, «nadie triunfa solo por su talento inicial». Claro que hay cosas que te encuentras por el camino, pero siempre que lo recorras. Nadie se convierte en un gran cocinero solo a base de conocer muchas recetas, ni se es mejor amante por conocer más posturas. Pero tener buenas referencias, ayuda. Dime cuánto lo intentas y te diré cuánto lo quieres. Las buenas ideas no son como chocolatinas que caen de una máquina expendedora, sino como los salmones que saltan contra la corriente… del entorno o del tiempo.